domingo, 17 de mayo de 2009

Los prejuicios y su impacto en la comunicacíón entre las personas

La mayor parte de las personas hemos aprendido, por distintas vías, como nuestras familias, la escuela y los medios, muchos mensajes del deber ser, de lo que es moral o socialmente adecuado, por no decir, correcto y aquello que no es aceptable bajo ninguna circunstancia. Estas preconcepciones o prejuicios permean nuestra especial forma de relacionarnos con los otros.

Con formas sutiles de introyectar mensajes andamos por la vida manifestando nuestros prejuicios sobre cualquier situación, y en especial aquellas que se refieran a las acciones y comunicaciones de las personas. Entre estas forma sutiles, se pueden mencionar los mensajes que desde casa recibimos y que se refuerzan con los estereotipos que los medios de comunicación exponen, y que, si no hay un juicio y pensamiento crítico estimulado, es posible, muy posible, que introyectemos esas preconcepciones y con ellas referenciemos nuestras relaciones humanas.

Considero un prejuicio como la emisión de un juicio u opinión de forma anticipada al análisis de las evidencias o sin cabal conocimiento de alguien o algo. Como consecuencia, puede conducir a una exclusión o discriminación anticipada y no argumentada en las relaciones que se establecen entre las personas. Las relaciones pueden llevar a relaciones tan diversas como tan excluyentes.

Tenemos múltiples prejuicios, desde pensar que un determinado tipo de ropa y peinado indica los valores morales y sociales que la persona tiene, o pensar que el niño “fresa” es seguramente más educado. Entendiendo educado como que conoce las reglas de urbanidad y las aplica a cabalidad.

Por ejemplo, en mi caso particular, se me enseñó que siempre es mejor preferir personas con valores similares a los míos, y respetar a quienes fueran distintos. Este introyecto, que es un prejuicio sobre quiénes son mejores personas para establecer contactos sociales, si bien lo incorporé en mis formas de socialización y también de discriminación, porque ello conlleva, también al paso de los años, y con la ayuda de procesos de introspección y logoterapia, he sido capaz de ponerlos frente a mí y cuestionarlos.

Cuando se nos solicitó que buscáramos tres publicaciones nacionales, y en cada una un artículo para encontrar sus prejuicios, pensé ¡Fácil!, pero realmente no fue tarea tan sencilla. Pienso que esto se debe a que pocas veces nos detenemos a leer de manera crítica y entonces poder detectar prejuicios o juicios de valor parciales, y entonces colocarlos sobre la mesa para efectivamente analizar la información y ser capaces de emitir juicios sobre ellas, pero de forma estudiada y no sólo con nuestros prejuicios y concepciones.

Me parece que este tipo de actividades deben permear el currículum de todo nivel educativo, pues de esta manera aseguramos que efectivamente, la escuela está contribuyendo a que las personas estimulen su pensamiento crítico, siendo capaces de confrontar prejuicios. De esta forma la discriminación será utilizada en el sentido positivo de no cargar con nosotros aquello que fastidia o lastima las relaciones con otros seres humanos, y si incorporar aquello que permita relaciones basadas en el respeto y tolerancia de los otros.

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